El Crepúsculo de los Dioses


Así sucederá el Ragnarök, el final de los dioses: primero vendrá Fimbul, el crudo invierno, durante el cual la nieve caerá sobre los cuatro ámbitos del mundo. La escarcha será fuerte, la borrasca violenta y peligrosa, y el sol apagará su brillo. Habrá tres inviernos seguidos, sin verano alguno que sirva de alivio, y luego vendrán otros tres en los que el mundo se verá envuelto en una terrible guerra. Los juramentos se romperán y ya no habrá alianza que se respete. Hermano contra hermano, padre contra hijo, todos los hombres sucumbirán al deseo de hacer la guerra.

Sucederán entonces cosas inauditas: el lobo Skoll devorará a Sunna, el sol; el lobo Hati se tragará a Mane, la luna, a quien persigue desde hace muchos siglos. Las estrellas, llenas de pavor, caerán de los cielos. Se conmoverán la tierra y las montañas, los árboles serán arrancados de raiz y los montes se derrumbarán.

Entonces, el lobo Fenrir romperá por fin la cadena Gleipnir. El mar se lanzará sobre la tierra, inundándola, y aparecerá en la playa la gran serpiente Jörmungandr. Llegarán desde el sur los hijos de Muspel, los gigantes de fuego, sobre el barco Nagelfar, construido con las uñas de los muertos, a las órdenes de Surtur. Los enemigos de los dioses, después de pasar el puente Bifrost, acamparán en las llanuras de Vigrid, donde se reunirán con la Serpiente, Fenrir, Loki y todos los mounstruos infernales. Rymer irá al frente de los gigantes, ansiosos de entrar en la lucha y librar la batalla decisiva contra sus enemigos. Los hijos de Muspel marcharán en primera fila.

Heimdall, el dios vigía del puente Bifrost, verá el peligro y hará sonar su cuerno Gjallarhorn, que se escuchará en los nueve mundos. Los Einherjar se levantarán de sus asientos y saldrán marchando de Valhalla, listos para la batalla, a cumplir con su destino. Odín montará su caballo Sleipnir y se dirigirá al pozo de Mimir para pedir consejo. El gran fresno Yggdrasil será arrancado de cuajo. Los dioses se armarán y Odín, luciendo un casco de oro y protegido por una brillante coraza, tomará su lanza Gungnir.

Odín marchará directo contra el lobo Fenrir; a su lado llevará a Thor y a Freyr, pero estos no podrán prestarle ayuda, porque tendrán las manos ocupadas luchando contra sus terribles enemigos. Fenrir devorará a Odín y así perecerá el padre de los dioses, pero su hijo Vidar lo vengará al instante: utilizando el zapato especialmente construido para él por su madre, el dios silencioso mantendrá la quijada inferior del monstruo oprimida contra la tierra mientras con la mano izquierda mantiene la otra clavada contra el cielo, para poder asestar con su espada el golpe mortal al corazón del lobo. 

Los demás dioses también lograrán dar con sus más acérrimos enemigos en el campo de batalla: Heimdall y Loki por fin se enfrentarán, dándose muerte el uno al otro. El perro Garm, que estaba encadenado en los dominios de Hela, atacará a Tyr, y tras una feroz lucha ambos combatientes perecerán. Thor matará por fin a la gran Serpiente, triturándole el cráneo con su poderoso martillo pero, al darse la vuelta, no podrá alejarse más de nueve pasos, ahogado por el veneno que el monstruo habrá vomitado sobre él.

Freyr luchará cuerpo a cuerpo contra Surtur, sucumbiendo al fin, y no podrá ser de otra forma, pues no tendrá consigo su maravillosa espada, que un día entregó a su escudero Skírnir. Terminado el desafío, Surtur usará su espada para lanzar fuego sobre la tierra y todo el mundo arderá.





 

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