Espíritus Guardianes


Las fylgjur ("la que sigue"), también conocidas como folgerin, son espíritus que acompañan a los seres humanos desde su nacimiento. Se dice que al nacer un niño, si un animal se acerca para devorar la placenta, éste será su fylgja. Pueden cambiar de forma, pero generalmente adoptan el aspecto de un animal, asociado al carácter de la persona que acompañan. Grandes guerreros tienen por fylgja un oso o un lobo, mientras que las personas habilidosas poseen una fylgja con forma de zorro, por ejemplo. Personas de carácter dócil tendrán por fylgja un buey, un jabalí o una cabra. Otras fylgjur tomarán la forma de ratones, perros, gatos, aves de rapiña, serpientes, ciervos, etc. 

Por lo general, no se muestran a la persona que acompañan mas que en sueños, para ayudarle en la toma de grandes decisiones. Si una fylgja se revela cuando la persona se encuentra despierta, significa un presagio de su muerte. Sin embargo, si la fylgja se presenta bajo la forma de una mujer, representa un buen augurio.

La hamingja ("suerte"), por otra parte, es un espíritu amable que también acompaña al ser humano a lo largo de toda su vida y decide si esta persona tendrá buena o mala suerte. Toman la forma de mujeres y es incluso posible prestarlas a otra persona temporalmente. Cuando Hjalti Skeggiason partió en un peligroso viaje para conquistar Islandia, le pidió al rey de Noruega, Olaf Haraldsson, que le prestara su hamingja. Al igual que las fylgjur, las hamingjur suelen aparecerse únicamente en sueños. 

Las dísir ("señoras" o "diosas") son espíritus femeninos que protegen a los clanes nórdicos. A diferencia de las fylgjur o las hamingjur, las dísir sí eran objeto de culto comunitario, a través de sacrificios conocidos como dísablót. Este festival se llevaba a cabo en el invierno o durante el equinoccio de primavera en alguno de los principales templos y se prolongaba a lo largo de nueve días. El más famoso de estos templos estaban localizado en Uppsala, en lo que hoy es Suecia.

Un hombre era sacrificado cada día del festival sobre un hörgr ("altar"), conocido como dísaráir ("salón de las diosas"), que no era más que un montón de piedras al aire libre. Sus cuerpos eran entonces colgados en una arboleda cerca del hof ("templo"). Los árboles en que las víctimas eran colgadas se consideraban sagrados, al haber absorbido el alma de los sacrificados. También animales de sexo masculino eran sacrificados cada día, hasta completar un número de 72 sacrificios. El pueblo se congregaba alrededor del hörgr mientras la sacerdotisa o el sacerdote (en ocasiones el mismo rey) llevaban a cabo los sacrificios, celebrando con banquetes y canciones indecentes. Una gran multitud acudía desde todas partes para este festival y se instalaba un mercado para que todos pudieran comprar y vender los productos que habían traído consigo. Los líderes de los clanes aprovechaban la ocasión para realizar un thing ("asamblea") para discutir asuntos políticos.

El objeto del dísablót era obtener el favor de las dísir, que se traduciría en buenas cosechas o la victoria en una batalla. Sin embargo, si los sacrificios parecían no tener éxito, el rey podía decidir ofrecer a las dísir uno de sus propios hijos. Si esto tampoco surtía efecto, el pueblo podía llegar a sacrificar a su propio rey.


 

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