Skrymsli y el Campesino

Un día, el gigante Skrymsli jugaba una partida de ajedrez con un campesino. Por supuesto, habían apostado. Cuando el gigante hubo ganado la partida, reclamó como premio al único hijo del pobre hombre, pero siendo un poco benévolo, le dijo que al día siguiente llegaría por el muchacho, para darle tiempo al campesino de despedirse.

Los padres del muchacho clamaron a Odín que lo protegiera y en respuesta, el dios descendió a Midgard y transformó al joven en un pequeño grano de trigo, que escondió en un trigal, declarando que Skrymsli no podría encontrarlo. El gigante, sin embargo, poseedor de una sabiduría más allá del entendimiento, al no encontrar al niño en casa del campesino, se dirigió inmediatamente al campo de trigo y, utilizando una guadaña, se dirigó directamente a la espiga donde el muchacho estaba escondido. Empezó a desgranar la espiga y cuando estaba a punto de escoger el grano correcto, Odín se lo arrebató al gigante, llevándolo con sus padres. El dios les dijo entonces que había hecho todo lo posible.

El gigante vendría pronto a reclamar su premio nuevamente, pero los padres del niño imploraron a Hœnir que lo protegiera. El dios escuchó el ruego y transformó al muchacho en una pluma de cisne, que escondió en el cuello de una de estas aves. Skrymsli llegó y, descubriendo de inmediato lo ocurrido, tomó al cisne, le partió el cuello de una mordida y hubiera podido comerse al muchacho, de no ser porque Hœnir lo tomó con rapidez y se lo devolvió a sus padres, diciéndoles que no había nada más que pudiera hacer.

Entonces los padres, desesperados, suplicaron a Loki que hiciera algo. Este tramposo dios escuchó a la pareja y se llevó al niño en dirección al mar. Una vez allí, lo transformó en un huevo de platija y lo escondió entre muchos otros, en el vientre de uno de estos peces. Luego, se dirigió a tierra. Al llegar a la playa, encontró al gigante y viendo que se preparaba para zarpar en un viaje de pesca, insistió en acompañarlo. Skrymsli preparó el anzuelo y después de lanzarlo con gran destreza, sacó del agua la mismísima platija que Loki había utilizado para esconder al niño. Al llegar a la costa, el gigante abrió el vientre del pez y se dispuso a examinar cuidadosamente los huevos, hasta que dio con el correcto. La situación del muchacho era desesperada, pero Loki lo arrebató de manos de Skrymsli y, devolviéndolo a su forma humana, le ordenó que corriera a casa. Skrymsli no renunciaría a su premio tan fácilmente. Corrió tras el niño, que sin embargo logró llegar a su casa antes que el gigante. Loki había anticipado que aquello podría ocurrir y había preparado una trampa: en la entrada de la choza del campesino había colocado una aguda estaca, a la altura de la cabeza de Skrymsli. Éste llegó corriendo a la vivienda y se ensartó la estaca muy profundo en la frente, cayendo de espaldas. Loki rápidamente le amputó una pierna.

Pueden imaginarse la sorpresa de Loki cuando vio que los miembros del gigante empezaron a unirse nuevamente. Descubriendo que aquello solo podía ser obra de una magia poderosa, le cortó la otra pierna y untó los muñones con acero y sílex derretidos, evitando así que los miembros volvieran a reunirse. Al darse cuenta de que su enemigo había sido muerto, los campesinos quedaron infinitamente aliviados y declararon que Loki era el más poderoso de todos los dioses, ya que había sido capaz de conseguir lo que Odín y Hœnir no habían logrado.

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