Odín y Vafthrudnir


Odín, Padre de Todo, también tenía la reputación de ser el más sabio. Había ganado su inmensa sabiduría al costo de uno de sus ojos, como pago por poder beber del pozo de Mimir. Ansioso por probarse a sí mismo que nadie podía superarlo en conocimiento, decidió ponerse a prueba con el más sabio de todos los seres. Para ello, consultó con Frigg quién podría ser el contendiente. Su esposa le respondió que la persona que buscaba era el gigante Vafthrudnir, pero que enfrentarlo podía resultar demasiado peligroso, ya que el gigante era un ser muy poderoso. Había conseguido su vasto conocimiento del mundo y de todo lo que éste contiene consultando a los muertos.

A Odín no le importaba el peligro si con ello podía hacerse del título, de una vez por todas, de ser el más sabio. Nadie podía poner en duda su reputación. Sin embargo, en una cosa sí escuchó el consejo de Frigg: iría disfrazado. Viajó a Jotunheim, a la morada del gigante de escarcha, bajo el nombre de Gangrad ("victoria"). Al llegar al castillo del gigante, éste lo recibió amablemente, como dictan las leyes de hospitalidad entre los vikingos. Cuando Gangrad le expuso el motivo de su visita, Vafthrudnir se tomó las cosas con mucha calma. Sonriendo, le dijo que aceptaría poner a prueba quién de los dos era el más sabio si hubiera una apuesta de por medio. El vencedor podría reclamar la cabeza de su oponente.

Aunque aquello estaba tomando un camino que Odín no había previsto, ya había llegado demasiado lejos para retroceder, así que aceptó. Sólo una regla aplicaría, que quien hiciera la pregunta debía conocer la respuesta, de otra manera no sería una competencia justa. Ambos estuvieron de acuerdo y el concurso comenzó.

Primero sería el turno de Vafthrudnir. Comenzó preguntando por los nombres de los caballos que conducen a Dag y Nött, por el nombre del río que divide Asgard de Jotunheim y por el nombre del campo donde los dioses enfrentaría al gigante Surtur en su última batalla. A todo contestó Gangrad correctamente.

Entonces fue el turno de Odín. Preguntó por el nombre del primer gigante de cuyo cuerpo los dioses extrajeron el material para todo lo creado, por el nombre del padre de Sunna y Mane, por los nombres de los padres de Dag y Nött, por los nombres de los padres del invierno y el verano, por el nombre del hijo y el nieto de Ymir, por el lugar de nacimiento de Ymir, por cómo habían nacido los primeros hijos de Ymir, por cómo había sido el nacimiento de Bergelmir, por cómo se produce el viento, por el nacimiento de Njord entre los Vanir, por el destino de los Einherjar y de cómo pasan sus días en Valhalla, por cómo las runas pueden decir el futuro de dioses y gigantes, por cuál sería el destino de los hombres despues de Ragnarök, por quién sucedería a Sunna como astro regidor del cielo después de la muerte de los dioses, por los nombres de las doncellas que protegen a los hombres de los gigantes, por los nombres de los dioses que sobrevivirían a la destrucción del mundo y reinarían en lugar de Odín y por quién asesinaría a Odín en la batalla final. A todo esto contestó Vafthrudnir acertadamente.

Viendo Odín que no era posible vencer en sabiduría a aquel gigante, aventuró una última pregunta:

"¿Qué palabras susurró Odín al oído de su hijo Balder cuando su cadáver fue puesto sobre la pira funeraria?"

Sabiendo que nadie, excepto el mismo Odín podía conocer la respuesta a dicha pregunta, Vafthrudnir reconoció quién era su oponente. Aceptando su derrota y, por ende, la pérdida de su cabeza, dijo:

"Ningún hombre puede saber lo que en tiempos antiguos le dijiste a tu hijo al oído; con esta funesta boca, la caída de los dioses y mis cuentos antiguos he contado. Contra Odín en conocimiento me he enfrentado, pero el más sabio siempre serás tú".

La última pregunta quedó entonces sin respuesta. Nunca sabremos las últimas palabras que Odín dijo a su hijo más amado antes de enviarlo a las profundidades de Helheim.

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