Los Selkies
Los selkies con seres mitológicos del folclore nórdico, islandés y escocés. Se les describe como capaces de cambiar de forma entre una apariencia humana y el aspecto de una foca. De hecho, el nombre selkie parece provenir ya sea del escocés antiguo selich o del inglés antiguo seolh, que en ambos casos significa "foca". Los selkies habitan la mayor parte de su vida en el mar y, para cambiar de forma, tienen que despojarse de su piel de foca, misma que deben guardar celosamente para poder volver al océano. En algunos relatos, los selkies solo pueden despojarse de su piel de foca cada siete años.
Los selkies pueden ser de ambos sexos. Los masculinos buscan activamente relacionarse con las mujeres humanas. Bajo su forma humana, se les describe como hombres de una hermosura arrolladora, que generalmente buscan mujeres cuyos esposos suelen dejarlas por largos períodos para ir a pescar. Si una mujer desea ser cortejada por un selkie, solo tiene que derramar siete lágrimas en el mar.
Una leyenda popular en las Islas Feroe, cuenta que en una ocasión una selkie salió del mar despojándose de su piel de foca en la isla de Kalsoy. Un pescador alcanzó a divisarla de lejos, se acercó sigilosamente y le robó la piel de foca para impedir que volviera al mar. Bajo dichas circunstancias, obligó a la selkie a casarse con él y escondió la piel en un cofre bajo llave, misma que llevaba consigo todo el tiempo. Con el pasar de los años tuvieron un hijo, pero la selkie seguía añorando poder volver al mar. Un día que salió a pescar, el hombre olvidó la llave, su hijo la encontró y descubrió la piel de foca en el interior del cofre. La selkie se la arrebató de las manos al niño, se la puso nuevamente y volvió al mar sin mirar atrás, dejando abandonado a su hijo. Cuando el pescador volvió a casa, encontró al niño solo. La selkie volvió a reunirse con su familia en el mar. Años después, el hombre salió a cazar focas y dio muerte al esposo y los hijos de la selkie, por lo que ella juró vengarse. A partir de ese momento, el número de muertes en la isla incrementó rápidamente. Algunos aparecían ahogados, otros se despeñaban de acantilados, pero lo más extraño del caso era que siempre se trataba de hombres. Cuenta la leyenda que así continuará siendo hasta que hayan muerto tantos hombres como sean necesarios para rodear con sus brazos toda la isla de Kalsoy.
La misma narrativa parece ser un tema recurrente también en el folclore islandés. Por ejemplo, en un cuento escrito en 1641 por Jón Guðmundsson, un pescador encontró un grupo de estos seres danzando y festejando en una caverna a la orilla del mar. A lo largo de las paredes de la cueva, colgaban numerosas pieles de foca. En cuanto los selkies advirtieron la presencia del hombre, tomaron sus pieles y volvieron apresuradamente al mar, no sin que antes el pescador lograra hacerse con una de ellas. La selkie, imposibilitada de recuperar su piel de foca, se vio forzada a casarse con el hombre. Pasaron dos años y la pareja tuvo un hijo y una hija, pero la selkie seguía añorando su hogar, ya que había dejado atrás un esposo. Éste solía visitar la costa cercana a la casa donde ahora habitaba la selkie, con la esperanza de volver a verla. Un día, por fin, la selkie descubrió el lugar donde su esposo humano había escondido su piel de foca, volvió a vestirse con ella y regresó al mar, para nunca volver a tierra firme.
Un relato popular en las Islas Orkney cuenta que un pastor llevó a sus ovejas a un pequeño islote para pastar. En el viaje de regreso a casa, encontró una enorme foca y le dio muerte. Días después, al volver para recoger sus ovejas no pudo encontrar ninguna, mientras que las ovejas de sus compañeros estaban todas sanas y salvas.
De igual forma, historias provenientes de las Islas Shetland cuentas cómo las selkies atraen a los isleños hacia el mar en medio del verano, para nunca volver a ser vistos. De esta forma, las selkies comparten muchos aspectos de las sirenas griegas, cuyo principal cometido es acabar con la vida de marineros y pescadores, aunque en la mayoría de relatos los selkies son de naturaleza dócil e inofensiva.
En muchas versiones del mito de los selkies, los hijos nacidos de la unión con un humano a menudo nacen con ciertas características físicas que los diferencian. Por ejemplo, en las Islas Hébridas, el clan MacCodrum afirma ser descendiente de la unión de uno de sus antepasados con una selkie. Esta afirmación se ve reforzada por el hecho de que en ocasiones algún miembro del clan ha nacido con una membrana entre los dedos de las manos o los pies. Se dice que cuando se corta esta membrana, un crecimiento áspero y rígido toma su lugar. Otra leyenda cuenta que el hijo producto de la unión de un selkie y una mujer humana nació con cuerpo humano y cabeza de foca. En otros relatos, los híbridos de humanos y selkies nacen con la piel con un tono verdoso, muy blanco o que se agrieta muy fácilmente, despidiendo un fuerte olor a pescado.
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