El Cuento de Thorstein Escalofrío

 


El Cuento de Thorstein Escalofrío data de la época en que la mayoría de tribus vikingas habían comenzado ya a adoptar el cristianismo y posiblemente haya sido escrito en Islandia entre los siglos XIII y XIV d.C. 

Cuenta que Thorstein Thorkelsson formaba parte del ejército del rey Olaf Tryggvason mientras viajaba a través de la región de Vik. Las tropas se detuvieron una noche en una granja del pueblo de Reim y el rey dio la orden de que ningún soldado debía alejarse solo del campamento por razones de seguridad. Thorstein despertó en mitad de la noche con una fuerte urgencia por orinar. Desobedeciendo las órdenes del rey, se alejó del campamento sin compañía para aliviar sus necesidades y se topó en medio de la oscuridad con un demonio.

Thorstein logró mantener la compostura lo suficiente para preguntar al demonio cuál era su nombre. Éste dijo llamarse Thorkel el Delgado y explicó que había muerto durante una batalla en la guerra contra el rey Harald Hilditonn. 

Thorstein procedió entonces a hacerle preguntas acerca de los tormentos que los condenados padecían en el infierno. Específicamente, preguntó quién era aquel que sufría menos en el Averno y quién padecía el peor castigo.

El demonio contestó que quien sufría menos era sin duda Sigurd Fafnirsson, el verdugo del dragón, por haber asesinado a Fafnir instigado por su mentor, el enano Regin, y por haberse enamorado después de la valkyria Brunhilda, solo para perder la vida a causa de ella. Al morir, pasó al infierno y, según explicó el demonio, se convirtió en leña y astillas para el fuego de un enorme horno.

En cuanto a quién sufría el peor de los castigos, el demonio declaró que se trataba de Starkad el Viejo por haber sacrificado al rey Vikar a petición de Odín. El demonio explicó que el castigo de Starkad era permanecer sumergido en el fuego más ardiente hasta los tobillos. A Thorstein le pareció que aquel no era el castigo más doloroso, hasta que el demonio explicó que Starkad estaba suspendido de cabeza. Añadió que sus gritos de dolor atormentaban incluso a los otros condenados. Thorstein le pidió al demonio poder escuchar uno solo de aquellos gritos, el peor de todos, lo que le fue concedido. El pobre incauto no sabía lo que estaba pidiendo y al escuchar aquel espantoso alarido cayó desmayado. En ese momento se escucharon las campanadas de una iglesia cercana y el demonio salió huyendo.

A la mañana siguiente, Thorstein fue en busca del rey para confesarle lo ocurrido, no solo su desobediencia sino también acerca de lo que había visto y oído en compañia del demonio. El rey le escuchó pacientemente, le confesó que ya estaba enterado tanto de sus transgresiones como de la presencia del demonio y le informó que había sido él quien habia enviado a sus hombres a hacer sonar las campanas de la iglesia al escuchar el grito proferido por el enviado de Satanás para poder salvarlo.

Luego de agradecerle, Throstein insistió que en ningún momento había sentido miedo en presencia del demonio, que a lo sumo había experimentado un leve escalofrío subiendo por su espina dorsal. Entonces, el rey le otorgó el apodo de "Escalofrío" a raíz de la valentía demostrada frente al enviado del infierno.



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