Las Murallas de Asgard


Tras la guerra con los Vanir, las murallas de Asgard se vieron destruidas, quedando vulnerable al ataque de los gigantes. Para reconstruirlas, los Æsir contrataron los servicios de un misterioso personaje que no era otra cosa que un gigante disfrazado, cuyo nombre hasta la fecha nos es desconocido, y que acordó reparar las murallas en un plazo de tres estaciones sin ayuda de ningún otro hombre. Los dioses aceptaron influidos por Loki, que si esto era así, le cederían en pago por su trabajo el Sol, la Luna y la diosa Freyja.

Ahora bien, el arquitecto poseía un caballo maravilloso, capaz de transportar en un instante masas increíbles de roca, llamado Svaldifari. Tanto y tan bien actuó que, pocos días antes del plazo fijado, el palacio se aproximaba a su perfección. Los dioses, que habían establecido el pacto porque creían que el gigante no era capaz de cumplirlo, sintieron miedo, e increparon a Loki para que hiciera algo para evitarlo. Loki, temeroso de la furia de los dioses, se transformó en una yegua y se puso en el camino de Svaldifari. Éste abandonó su trabajo para perseguirla, y el gigante fue incapaz de terminar el trabajo como había prometido. Furioso por su derrota, el gigante quiso lanzarse contra los dioses, pero Thor lo derribó y acabó con su existencia.

Pero ¿qué sucedió con Loki y el maravilloso caballo? Loki no consiguió escapar a los avances amorosos de Svaldifari y resultó "embarazado", dando a luz posteriormente a Sleipnir, el fabuloso caballo de ocho patas, que presentó luego como regalo a Odín. Desde entonces, el poderoso dios del viento, cabalga en las noches de tormenta a lomo de este corcel, concebido de manera "milagrosa".

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