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El Gigante de Arcilla

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Un día, Odín apostó su cabeza contra el gigante Hrungnir a que su caballo Sleipnir era más veloz que el caballo del gigante, Gullfaxi. La carrera comenzó con tantos bríos que el gigante se vio de pronto dentro de los muros de Asgard y muy lejos de casa. Odín, entonces, le invitó al salón Valhalla, para disfrutar de la hospitalidad de los dioses. Hrungnir se pusó entonces muy borracho y abusivo. Se jactó de que mataría a todos los Æsir, que enterraría Asgard y se llevaría el Valhalla con él a Jotunheim, junto con las diosas Freyja y Sif. Y como si esto no fuera suficientemente malo, declaró que bebería toda la cerveza de los Æsir. Cansados de escucharlo, los dioses llamaron a Thor, quien al llegar se sintió ultrajado de ver a un gigante bebiendo junto a los dioses. Desarmado, y por ende imposibilitado para pelear en ese momento, Hrungnir desafió a Thor a un duelo, que tendría lugar en la frontera entre Asgard y Jotunheim. Nadie había desafiado a Thor antes. Los gigantes, dándose...

Hela, Diosa de la Muerte

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Hela fue la menor de los tres hijos que Angrboda tuvo con Loki, además de Fenrir y Jörmungandr. La mitad derecha de su cuerpo era realmente hermosa, pero la mitad izquierda de éste era igual a la de un cadáver en putrefacción y de ella despedía un olor nauseabundo. Cuando Odín y los otros dioses vieron por primera vez a Hela, quedaron tan espantados que la confinaron al más profundo y oscuro de los mundos: Helheim. Allí, para poco consuelo de Hela, fue nombrada soberana de los muertos. Helheim está rodeado de una muralla en la que se abren varias puertas y en su imperio corren ríos sombríos. Una de esas corrientes de agua se llama Slid. Ésta nace en el este, fluye hacia el oeste a través de valles infectados de veneno y está llena de barro y espadas. Un perro, Garm, vigila la entrada de una de sus cavernas, Gnipapellir. Helheim está rodeado además por el río Gjöll, que sólo puede cruzarse por Gjallarbru, el puente "cubierto de oro reluciente", y que sin embargo pende...

Heimdall, el Vigía

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Heimdall es el más solitario de los dioses. Desde las torres de su palacio Himinbjorg, situado en el último confín del universo, sobre el Bifröst, el puente tambaleante que conduce a Asgard, vigila que ningún gigante de la escarcha cruce por él. Se trata de una labor tediosa, pero Heimdall nació especialmente dotado para llevarla a cabo: duerme menos que un pájaro, puede oír a la hierba crecer en el campo y la lana en el lomo de las ovejas y ve a una distancia de cien millas, ya sea de día o de noche. Pero sin embargo, no puede hablar. Su nacimiento fue milagroso en extremo. Se dice que las nueve Doncellas de las Olas (Gialp, Greip, Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla e Iarnsaxa),  hijas de Ægir, el gigante soberano de los océanos, lo concibieron conjuntamente de una manera que es imposible de explicar. Un día en que Odín paseaba pòr las playas de Midgard, encontró a las nueve hermanas dormidas sobre la blanca arena. De inmediato, quedó prendado de ellas y...

Fenrir, el Lobo

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De la unión de Loki con la giganta Angrboda ("mensajera del dolor") nacieron tres hijos mounstruosos: la diosa de la muerte Hela, la serpiente gigante Jörmungandr, y el gran lobo Fenrir. Cuando los dioses se enteraron de la existencia de estos seres, consultaron con las Nornas, conocedoras del destino, quienes les informaron que estos tres mounstruos serían los causantes de la destrucción del universo. En especial Fenrir, que estaba destinado a devorar al mismo Odín. Los Æsir decidieron tomar cartas en el asunto y se deshicieron rápidamente de Hela y Jörmungandr. Pero a Fenrir, que al principio sólo era un cachorro, decidieron ganarlo para su causa y le permitieron vivir en Asgard, donde lo mimaban con golosinas y juegos. Conforme se le alimentó, comenzó a crecer y pronto fue tan grande que era imposible controlarlo. Cuando abría sus fauces, la mandíbula superior tocaba el cielo, mientras la inferior rozaba la tierra. A este punto, únicamente el más valeroso de los ...

El Cortejo de Gerd

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Un día, Freyr se sentó en el trono de Odín, Hliðskjálf, desde el cual es posible observar cualquier punto del universo. Freyr dirigió su mirada en todas direcciones y cuando vio hacia el norte, hacia los confines de Jotunheim, una doncella acababa de abrir la puerta del castillo en que habitaba. Era divinamente alta y la más bella que el dios hubiera visto; sus brazos relucían como la plata. Era Gerd, la hija del gigante Gymir, y Freyr quedó consumido por el deseo. Pero sólo Odín y Frigg podían sentarse en Hliðskjálf, así que la fugaz visión de la giganta no podía repetirse. Enfermo de amor, pasó muchos días suspirando y cada vez estaba más apagado y deprimido, tal como sucede con los enamorados que no pueden estar con el objeto de su afecto. Skadi, su madrastra, le preguntó la causa de su creciente desánimo y Freyr le confesó todo. Al saber la verdad, los dioses acordaron ayudar a Freyr y le pidieron a su sirviente Skírnir que fuera a casa del gigante Gymir, padre de Gerd, a sol...

Skrymsli y el Campesino

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U n día, el gigante Skrymsli jugaba una partida de ajedrez con un campesino. Por supuesto, habían apostado. Cuando el gigante hubo ganado la partida, reclamó como premio al único hijo del pobre hombre, pero siendo un poco benévolo, le dijo que al día siguiente llegaría por el muchacho, para darle tiempo al campesino de despedirse. Los padres del muchacho clamaron a Odín que lo protegiera y en respuesta, el dios descendió a Midgard y transformó al joven en un pequeño grano de trigo, que escondió en un trigal, declarando que Skrymsli no podría encontrarlo. El gigante, sin embargo, poseedor de una sabiduría más allá del entendimiento, al no encontrar al niño en casa del campesino, se dirigió inmediatamente al campo de trigo y, utilizando una guadaña, se dirigó directamente a la espiga donde el muchacho estaba escondido. Empezó a desgranar la espiga y cuando estaba a punto de escoger el grano correcto, Odín se lo arrebató al gigante, llevándolo con sus padres. El dios les dijo entonce...

Hermod y el Hechicero

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Aquejado por súbitas pesadillas que no le permitían conciliar el sueño, Odín había buscado la ayuda de las Nornas para encontrar la razón de su inquietud, pero no logró obtener de ellas ninguna respuesta. Sintiendo que algo desastroso estaba por ocurrir, no conseguía recuperar la tranquilidad a causa de la duda. Desesperado por una respuesta, le ordenó a uno de sus hijos, Hermod, quien además era su asistente personal, que partiera al norte, rumbo a Finlandia, para consultar a un poderoso hechicero que se decía habitaba en aquel país. Hermod vistió su armadura y cabalgó sobre el caballo de ocho patas de su padre, Sleipnir, al que solo él, además de Odín, podía montar. También llevó consigo la vara que el Padre de Todo utilizaba para grabar poderosas runas mágicas, para poder conjurar cualquier peligro que se presentara durante su viaje. Se decía en el norte que Rossthiof ("ladrón de caballos") era el más poderoso hechicero de Finlandia, con el poder para convo...