Los Ljósálfar

El término Álfar es utilizado en las fuentes de información sobre mitología nórdica para designar dos grupos de seres sobrenaturales: los Ljósálfar ("elfos de la luz") y los Dökkálfar ("elfos oscuros"). Debido a que ya hemos podido identificar que este segundo grupo es sinónimo de los dvergar o enanos (a quienes ya dedicamos una entrada específica en este blog), en este post nos limitaremos a tratar el tema de los Ljósálfar, refiriéndonos a ellos simplemente como "elfos".


Älvalek (“Elfos jugando”) pintura al óleo de August Malmström (1866).

A diferencia de dioses, gigantes, enanos o humanos, no existe ninguna referencia acerca del origen de los elfos. Sin embargo, debido a que comparten muchas características con los dioses de la tribu Vanir, es probable que los elfos hayan sido creados por ellos. 

La Edda Prosaica, escrita por Snorri Sturlusson en el siglo XIII d.C., describe a estos elfos como más bellos que la luz del sol, dando a entender que se trata de seres luminosos, asociados a las fuerzas creativas y benéficas de la naturaleza. 

Los elfos habitan en Álfheim ("hogar de los elfos"), también conocido como Ljusalheim ("hogar de los elfos de la luz"), gobernados por el dios Freyr. Este reino, ubicado entre Vanaheim y Asgard, es un lugar luminoso, lleno de gracia y belleza. Debido a que los elfos tienen por rey al dios Freyr, perteneciente a la tribu de los dioses Vanir, a menudo las fronteras entre Vanaheim y Álfheim no están del todo claras y ambos mundos comparten muchas caraterísticas. Para acrecentar el misterio que envuelve a dicho reino, el nombre Álfheim aparece únicamente en dos ocasiones en las fuentes bibliográficas.


La primera vez es mencionado en la estrofa 5 del Grímnismál utilizando las siguientes palabras:

    Ydalir llaman el lugar donde Ull
    ha establecido un salón para sí mismo;
    y los dioses le dieron Alfheim a Freyr una vez
    como regalo por su primer diente en tiempos 
    antiguos.

La segunda ocasión es en el párrafo 17 del Gylfaginning:

    Hay muchos lugares allí, y gloriosos. El llamado Álfheim es uno, donde habitan los pueblos llamados Elfos de la Luz; pero los Elfos Oscuros habitan en las profundidades de la tierra, y son diferentes en apariencia, pero mucho más diferentes en naturaleza. Los Elfos de la Luz son más bellos que el sol, pero los Elfos Oscuros son más negros que la brea.

Un importante aspecto de los elfos radica en el culto que los pueblos nórdicos les rindieron, similar al de los dioses, aunque de menor importancia. Anualmente, al final del otoño y después de recoger las cosechas, se celebraba el álfablót ("sacrificio élfico"). A diferencia de los blóts dedicados a los dioses, que se llevaban a cabo en los grandes de templos de Uppsala o Mære, el álfablót era un evento familiar. Aunque los detalles de dicho ritual no están claros, se sabe que era en general llevado a cabo por las mujeres de la casa y presidido por el jefe de familia, que para dicho efecto recibía el nombre de Ölvir. Del hecho que este nombre se deriva de la misma raíz que la palabra utilizada para designar la cerveza, se puede inferir que dicha bebida formaba parte importante del ritual.

Aunque no incluye detalles acerca de cómo se celebraba el álfablót, el escaldo noruego del siglo XI Sigvatr Thórðarson nos cuenta en su poema Austrfararvísur su experiencia durante la celebración de este sacrificio a los elfos. Durante un viaje a la localidad de Skara, el poeta y sus acompañantes buscaban alojamiento para pasar la noche y decidieron solicitarlo en una granja. Contrario a las leyes nórdicas de hospitalidad, el jefe de la casa, que dijo llamarse Ölvir, se negó a abrir la puerta, aduciendo que estaban celebrando el álfablót. Thórðarson y sus compañeros continuaron su viaje hasta la siguiente granja, donde otro hombre llamado Ölvir los rechazó nuevamente con las siguientes palabras: "¡No vayas más adentro, hombre desafortunado! Tenemos miedo de la ira de Odín!" La misma experiencia se repitió tres veces más, en las cuales todos los hombres dijeron llamarse Ölvir.

A diferencia del álfablót, otro tipo de sacrificio dedicado a los elfos con el objetivo de curar heridas parecía poder realizarse en cualquier época del año. En el capítulo 22 de la Saga de Kormáks, la bruja Thordis da las siguientes indicaciones a Thorvard:

    —Hay una colina —respondió ella—, no muy lejos de aquí, donde los elfos tienen su guarida. Ahora coge el toro que mató Cormac, tiñe la ladera de la colina con su sangre y prepara un festín para los elfos con su carne. Así sanarás.

En general, los elfos evitan la compañía de los seres humanos, quizás debido a su naturaleza etérea. Sin embargo, el folklore ha rescatado relatos de personas que encontraron elfos danzando en medio del bosque y que, al detenerse a observarlos, pasaron años en estática contemplación aunque a ellos les pareciera que solo habían transcurrido unas pocas horas.


Ängsälvor (“Los Elfos del Prado”) pintura al óleo de Nils Blommér (1860).

Con  el tiempo, los elfos fueron siendo relegados al mismo rol que otras criaturas mágicas en el imaginario popular, convirtiéndose en espíritus protectores tales como los nisse. Es posible inferir que las hadas de períodos posteriores hayan tenido su origen en el concepto nórdico de los elfos, a pesar de que muchos eruditos refutan esta idea al darle a éstas un origen anglosajón.

A diferencia de los dvergar ("enanos"), no existe una lista de los nombres de los elfos. Sin embargo, este hecho no impidió que J. R. R. Tolkien los convirtiera en personajes destacados en sus libros, jugando importantes roles, como es el caso de Legolas, que forma parte de la Comunidad de Anillo en la trilogía de El Señor de los Anillos.




Comentarios

Entradas populares de este blog

El Castigo de Loki

La Muerte de Balder

El Pozo de Mimir