Völund, el Herrero
Völund y sus hermanos observan a las valkyrias despojadas de sus plumajes de cisne. Ilustración de Jenny Nyström (1893).
Enterado de la sorprendente habilidad de Völund como herrero y orfebre, Níðuðr, rey de los Njárar, le propuso una apuesta. Si era capaz de crear una espada mejor que la que su propio herrero pudiera forjar le entregaría la mano de su hija y la mitad de su reino. Los herreros tendrían un año para completar su tarea.
Aunque Amilias, el herrero del rey, se puso a trabajar de inmediato, Völund no hizo nada los primeros seis meses. Cuando Níðuðr le preguntó por qué no estaba trabajando, Völund contestó que no avanzaba en su labor porque sus herramientas habían sido robadas por un hombre cuyo nombre desconocía. El rey hizo reunir a todos los hombres de su corte y pidió a Völund que identificara al ladrón. Sin embargo, el herrero declaró que el ladrón no se encontraba entre ellos. Se puso entonces a crear una figura con la imagen del ladrón y, al mostrársela al rey, éste pudo identificar a Regin, uno de sus sirvientes que se encontraba de viaje. Níðuðr hizo que Regin volviera al reino y le obligó a devolver las herramientas robadas. No obstante, Völund continuó sin trabajar los próximos cuatro meses.
Ante la presión del rey por iniciar su labor, Völund finalmente accedió a trabajar. En una semana produjo una espada que sorprendió a todos. Para ponerla a prueba, Völund la llevó a un río y tomó un tronco de un pie de grosor, mismo que dejó flotar sobre la corriente. Colocando la espada en el camino del tronco, ésta pudo cortarlo por la mitad con facilidad. Todos vitorearon la hazaña del herrero, pero Völund no estaba satisfecho. Fundió la espada y en tres días forjó otra aun más hermosa. La llevó al río nuevamente y esta vez empleo un tronco de dos pies de grosor. El resultado fue el mismo, pero Völund aun no parecía estar contento. Fundió la segunda espada y forjó otra nueva en tres horas. Por tercera vez realizó la prueba, pero con un tronco de tres pies de grosor. Cuando la espada partió el tronco por la mitad, Völund por fin declaró que su labor había concluido y puso por nombre a la espada Mimung.
Cuando se presentó en la corte del rey para mostrar la espada que había forjado, Níðuðr lo declaró vencedor pero reveló que todo se había tratado de una mentira. El rey solo había hecho sus ofrecimientos para atraerlo a su reino y obligarlo a convertirse en su esclavo. Ordenó, instigado por su mujer, que le cortaran los tendones de las rodillas para que no pudiera escapar y lo encerró en una forja en la isla de Sævarstaðr, donde Völund pasó los siguientes años. El anillo que Hervör le regaló fue entregado a la hija del rey, la princesa Bǫðvildr, y Níðuðr se quedó con la espada Mimung.
Mientras trabajaba en su forja, Völund creó setecientas copias del anillo de Hervör, al mismo tiempo que en secreto empezó a construir un aparato volador sostenido por plumas llamado flygil con la idea de escapar un día. Sin embargo, no pondría en marcha su plan de escape sin antes tomar venganza de Níðuðr.
Völund envió un mensaje a dos de los hijos del rey para que le visitaran con la promesa de entregarles un fabuloso tesoro. Cuando éstos llegaron a Sævarstaðr, sin embargo, los asesinó a sangre fría y con sus cráneos forjó dos copas, con sus ojos hermosas joyas y con sus dientes un fabuloso broche. Hizo que las copas fueran enviadas al rey, las joyas a la reina y el broche a la princesa Bǫðvildr.
Luego envió un mensaje a Bǫðvildr para que le visitara con la intención de reparar el anillo que Hervör le había dejado. Cuando la princesa llegó a su forja, el herrero aprovechó la ocasión para seducirla (la otra versión estipula que en realidad la violó después de emborracharla), dejándola embarazada.
Entonces Völund decidió que era el momento de escapar. Se vistió con el flygil y escapó de la isla con rumbo al palacio de Níðuðr. Amparado por la altura a la que volaba, el herrero gritó al rey su venganza. Le informó sobre cómo había asesinado a sus hijos y de cómo había seducido a su hija, quien ahora esperaba un hijo suyo. Níðuðr lamentó que las flechas de sus arqueros no pudieran alcanzar a su enemigo y Völund se alejó volando. La versión del Völundarkviða termina con el rey Níðuðr interrogando a su hija sobre las aseveraciones de Völund y con ésta confesando estar embarazada, pero la Saga de Thiðrek extiende la historia un poco más.
Völund voló hasta Sjoland, desde donde envió un mensaje a la princesa Bǫðvildr para que le alcanzara. Cuando su hijo nació le llamaron Viðga. Con el tiempo, Níðuðr falleció y otro de sus hijos heredó el trono. Finalmente, Völund y Bǫðvildr se casaron con la bendición del nuevo rey. Viðga creció para heredar la espada Mimung y se convirtió en uno de los caballeros del rey Thiðrek.
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