La Batalla Eterna


Cuenta la leyenda de Hjadningavíg ("la batalla de los Heodenings") que Hedinn, hijo de Hjarrandi, rey de Serkland, era un gran guerrero que, a través de sus conquistas, había conseguido someter a veinte reyes, de los que recibía tributo anualmente. Un día de invierno, mientras se encontraba cazando, descubrió en medio del bosque a una hermosa mujer que dijo llamarse Göndul. Aquella enigmática mujer le preguntó acerca de sus hazañas y Hedinn procedió a contarle cómo se había convertido en el gran guerrero que era. Al finalizar su relato, Hedinn le preguntó si ella era capaz de mencionar a alguien tan poderoso como él. Para su sorpresa, Göndul respondió que sí, que Hogni ("protector"), rey de Dinamarca, podía igualarlo en proezas. Entonces, Hedinn decidió que debía visitar a Hogni para poner a prueba quién de los dos era el mejor guerrero.

Al llegar la primavera, Hedinn partió hacia Dinamarca a bordo de su barco, acompañado de trescientos hombres. Al llegar a su destino, Hogni lo recibió cordialmente y organizó un banquete en su honor. Cuando Hogni le preguntó acerca del motivo de su viaje, Hedinn respondió que su objetivo era poner a prueba quién de los dos era el más poderoso. Hogni aceptó el reto y al día siguiente comenzaron las competencias. Se enfrentaron en natación, tiro al blanco, esgrima y cuanto deporte era conocido por los vikingos. En todas las competencias, sin embargo, ambos hombres quedaron siempre parejos, por lo que resultaba imposible decidir quién era el mejor guerrero. Entonces, ambos hombres decidieron convertirse en hermanos de sangre y compartirlo todo.

Poco tiempo después, Hogni partió en un largo viaje y Hedinn quedó a cargo de su reino. Habiendo salido a cazar, como era su costumbre, Hedinn encontró nuevamente a Göndul en medio del bosque. Ante su sorpresa, la mujer le ofreció beber de un cuerno. Ya que se encontraba cansado y sediento, Hedinn aceptó beber, pero al poco tiempo se encontraba extrañamente borracho. Göndul entonces le preguntó si había logrado superar a Hogni, tras lo cual él le contó el resultado de la competencia y que había decidido que Hogni era su igual. Göndul se río de su respuesta y le dijo que Hogni era en efecto más grande que él porque estaba casado y tenía una hija, mientras que Hedinn aún permanecía soltero. Hedinn entonces respondió que podía pedirle a Hogni la mano de su hija y entonces ambos serían iguales en grandeza. La mujer respondió entonces que aun así Hogni seguiría siendo más grande, ya que se convertiría en su suegro. Ante la perplejidad de Hedinn, Göndul le dijo que la única forma de convertirse en el mejor guerrero era secuestrar a Hildr, la hija de Hogni, y dar muerte a su esposa. Borracho como estaba, Hedinn decidió seguir el consejo de la mujer.

Inmediatamente, dio órdenes a sus hombres de preparar su barco para partir de regreso a Serkland. Cuando todo estuvo listo, tomó a Hildr y a Hervör, la esposa de Hogni, y las obligó a subir a su barco. En ausencia de Hogni nadie se atrevió a oponerle resistencia. Hildr le suplicó que desistiera, ya que Hogni estaría más que contento de entregarle su mano, pero Hedinn entonces tomó a Hervör y ordenó a sus hombres que la ataran en el suelo, justo frente a la proa del barco. Al zarpar, el barco partió en dos el cuerpo de la desafortunada mujer.

Hedinn entonces decidió ir en busca de Göndul. La encontró en el mismo lugar donde la había visto la última vez y ella, una vez más, le invitó a beber. Mientras caía dormido en el regazo de Göndul, ésta maldijo a Hedinn por lo que había hecho. Al despertar, descubrió que la mujer había desaparecido y, dándose cuenta de las maldades que había cometido, zarpó de inmediato, pero no se atrevió a volver a casa.

Poco tiempo después, Hogni regresó a su hogar. Al enterarse de lo ocurrido a su esposa e hija, dio de inmediato la orden a sus hombres de prepararse para zarpar. Después de mucho buscar, finalmente divisó las velas del barco de Hedinn en la costa de la isla de Hoy, en Escocia, donde éste le esperaba con su ejército. Hogni desembarcó, pero fue recibido cordialmente por Hildr, quien le ofreció paz y un collar en nombre de Hedinn. Hogni, encolerizado como estaba, no deseaba la paz y sacó su espada Dáinsleif ("legado de Dainn"), la cual una vez desenvainada debía causar la muerte de un hombre, jamás erraba el blanco y provocaba heridas que nunca sanaban. A pesar de que Heddinn ofreció oro para compensar el rapto de su hija y la muerte de su esposa, Hogni no quiso transigir y al día siguiente comenzó la batalla.

A lo largo de todo el día, ambos ejércitos se enfrentaron, pero sin que ninguno lograra la victoria. Al atardecer, tanto Hogni como Heldinn regresaron a sus campamentos, pero Hildr permaneció en el campo de batalla. Compadecida por el gran número de muertos, la princesa utilizó poderosos conjuros para traer a la vida nuevamente a los guerreros caídos de ambos bandos. Así que al día siguiente la lucha se reinició pero cada atardecer Hildr devolvía la vida a los muertos. De esta forma, la batalla entre Hogni y Hedinn continuará reanudándose cada nuevo día, gracias a los poderes de Hildr, hasta que llegue el Ragnarök.


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